Conversaba con Germán y, cosas de la vida, nos preguntamos de dónde venía la palabra berenjena. Germán me dijo que era de origen árabe y yo le dije puede ser. Así que por supuesto fuimos a echar un ojo al al Tomo I del Diccionario de la Real Academia Española:
BERENJENA.
(Del ár. hisp. badingána, este del ár. clás. bādingānah, y este del persa bātingān).
1. f. Planta anual de la familia de las Solanáceas, de cuatro a seis decímetros de altura, ramosa, con hojas grandes, aovadas, de color verde, casi cubiertas de un polvillo blanco y llenas de aguijones, flores grandes y de color morado, y fruto aovado, de diez a doce centímetros de largo, cubierto por una película morada y lleno de una pulpa blanca dentro de la cual están las semillas.2. f. Fruto de esta planta.
1. f. Variedad de la común, cuyo fruto es casi cilíndrico y de color morado muy oscuro.
- Yo sabía que era árabe... - dijo Germán.
- Sí, es árabe - concluí -, pero... un momento. Aquí hablan de una berenjena catalana. ¿Alguna vez has visto una berenjena catalana?
Germán, que nació en Sant Andreu y se autodefine como un charnego acatalanado, pensó un rato y luego me contestó que no. Corrimos a la computadora y buscamos en Google, y como ocurre en las historias de Jonas Marinel, lo único que encontramos fue la definición del DRAE que acabábamos de leer en la edición impresa. Encima, tampoco hay fotos en Google ni en ningún lado. Y para resumir: no hay nada de nada, únicamente hay recetas de platos catalanes preparados con berenjenas comunes y corrientes que pudieron haberse cultivado en Montevideo. El detalle, claro está, es que seguramente la berenjena que se come en toda España es, nada más y nada menos, que la berenjena catalana, pero nadie sabe que se llama así...
- ¿Te das cuenta de lo que puede ocurrir si este descubrimiento cae en las manos equivocadas? - dijo Germán preocupado. Los independentistas catalanes podrían tener un nuevo símbolo, pero si se descuidan, los nacionalistas españoles podrían apropiarse de él sin ningún problema... Por un lado escucharíamos: Una albergínia, una nació... Y por el otro: Una berenjena, grande y libre...
- Mierda. Nos tocará vivir dentro de una samfaina...
- Quizás - respondió Germán encendiéndose un cigarrillo -. Pero ahora... lo mejor es que salgamos de este berenjenal. Olvidémonos del tema y tú te ocupas de que nadie se entere.
- ¿Yo? ¿Y cómo hago eso?
- Muy sencillo. Publícalo en tu blog.