jueves, 20 de diciembre de 2007

El Cráneo de Simón Bolívar

Mi amigo Omar me llevó hoy a comprar un cráneo de Simón Bolívar en un puesto de antigüedades en el Mercado de Les Encants. Luego de estudiarlo durante un rato y de constatar que no sabíamos nada sobre huesos de gente famosa, pregunté por el precio.

- 60 euros.
- ¡Coño, ni que fuera el cráneo de Mozart! ¿No me puedes hacer una rebajita?


El dependiente se me acercó y me observó de arriba a abajo con mucho, mucho cuidado. Después me levantó el labio superior y miró mis dientes.


- Veo que eres venezolano.
- Pues sí.
- Pues mira, tengo el cráneo de Simón Bolívar que buscas, se lo vendió un colombiano a mi tatara-tatara-abuelo... - Dijo mientras sacaba una caja forrada en terciopelo negro. La abrió y adentro había un cráneo que me apresuré en fotografiar y que encabeza este post.
- Mmmm... No está mal. Pero, a ver, dígame: ¿Funciona con pilas doble A? ¿Recita el Discurso de Angostura? ¿Dicta cartas y proclamas? ¿Echa cuentos sobre Manuelita Saenz? ¿Brilla en la oscuridad?
- No. Simplemente es el cráneo original de Simón Bolívar y cada 17 de diciembre cuenta cómo se murió realmente.
- ¿Y entonces? ¿Se murió asesinado o enfermo de tuberculosis?
- No lo sé. Habla mucho y prefiero encerrarlo en su caja. Tendrás que esperar al próximo 17 de diciembre.
- No me jodas. Falta un año para el 17 de diciembre.
- Oye tío, ¿y qué puedo hacer yo? ¡Que así funciona este cráneo, joder!...
- De acuerdo. ¿Pero cómo sé que es el cráneo original de Simón Bolívar?

El dependiente alzó el cráneo, lo giró y me mostró su interior. Escrito a mano sobre la superficie cóncava pude leer:
"Ante Dios y la Patria, certifico que éste es mi cráneo original. Simón Bolívar." Y más abajo, un poco borroso: "Made in La Gran Colombia"


- La firma parece verdadera... Bueno, de acuerdo... ¿Cuánto es?
- 120 euros.
- No, no, no... Te doy 10 euros.
- 80.
- 10 euros o nada.
- Pues esperaré a otro venezolano. Ahora abundan por aquí.
- Pues hasta nunca.

Y empezaba a alejarme del puesto cuando mi amigo Omar me pidió que lo esperara. Tosió un poco, se acercó al dependiente y le dijo:


- Oiga, ¿no tendrá por casualidad el cráneo del Lazarillo de Tormes?


El dependiente miró a los lados y le respondió en voz baja:


- ¿Con o sin mandíbula inferior?
- ¿Varía mucho el precio si lo quiero con mandíbula?

Los ojos del dependiente brillaron y media hora después salimos del mercado cargando con el cráneo del Lazarillo, un fémur del Quijote y la pelvis de Ximena, la esposa del Cid.

Coño, no se puede ir a comprar huesos con un filólogo español.




miércoles, 19 de diciembre de 2007

El primer chiste















Otra vez fui arrastrado por un tsunami de trabajo y recién ahora saco la cabeza del agua. Ayer estuve en Bilbao y hoy estoy en Valencia. En ambas ciudades no he salido de una habitación en la que me encuentro haciendo entrevistas y tomando notas para un estudio de mercado que, como todos los estudios de mercado, puede servir para mucho o para nada, y aunque termine sirviendo para mucho es muy posible que luego no sirva para nada porque nadie sabe que pasará con el mercado, el tomate, la política y las sardinas hoy en la noche o mañana a las 10 diez de la mañana, por ejemplo.


O tal vez los futurólogos y tu abuela lo saben y han decidido no contarlo porque son amantes de las películas de suspense. Pero bueno, da igual. El problema es creer en las cosas cuando ocurren y luego mirar rápido hacia delante para creer en otra. Y con esto quiero decir que contra todo pronóstico Chávez perdió el referéndum, y que con toda seguridad organizará otro que difícilmente perderá después de todas las amenazas e insultos que ha repartido para que nos convenzamos de que es tan demócrata como Martí, tan pacifista como Gandhi y tan humilde como Heidi (¡Qué extraño! Todos estos nombres terminan en “i”… ¿Significará algo?). Así que habrá que votar de nuevo y no nos quedará otra sino encomendarnos a San Maquina de Votación, porque aquello que los militares llaman estrategia, pues a los civiles nos suena a trampa.

Y ya veremos lo que pasa, como también veremos lo que pasa con en el mercado, el tomate, la política y las sardinas esta noche y mañana a la 10 de la mañana. Y por cierto, mañana a las 10 de la mañana recordaré de modo gratuito el primer chiste que aprendí en mi vida, cortesía de mi querido primo Eduardo. Es un chiste que deberían practicar todos los políticos para hacer de este planeta un mundo mejor, aunque corramos el peligro de que no lo entiendan:

“Este era un perro que tenía una pata de goma de borrar. Se rascó y se borró.”